Cuándo arriesgar en un test (artículo para opositores)

8. Cuándo arriesgar en un test (artículo para opositores)25/08/18

La entrada de hoy está dedicada a todos los opositores que seguís el blog, que sois cada vez más numerosos. Alberto es un experto en la realización de ejercicios tipo test y ha querido participar en el blog aportando algunas claves o trucos que os pueden ayudar a superar con mayor éxito el primer examen de la oposición.

Os dejo con él.

Por Alberto López Cazalilla, abogado y escritor

Cuándo arriesgar en un test

Durante unos cuantos años (7), me preparé las oposiciones de acceso a las Carreras Judicial y Fiscal. Durante un par de años, también me presenté a las pruebas de acceso al Cuerpo de Letrados de Administración de Justicia. Con una sola excepción por pagar la novatada, aprobé todos los primeros ejercicios -consistentes en exámenes tipo test- a los que me presenté.

Incluso, llegué a quedar entre los primeros 100 varias veces. Sin embargo, nunca aprobé los exámenes orales.

Es por eso que, en esta entrada, voy a intentar echaros una mano con la parte que a mí se me daba mejor: el examen tipo test. Y no era por arte de magia ni por casualidad que obtuviera tan buenos resultados, sino porque descubrí una serie de principios que, aplicados, ayudan a obtener mejores notas, aprovechando mejor todo el estudio que ya llevaba a mis espaldas.

Como pequeño descargo de responsabilidad y para que nadie se lleve a engaño, estas técnicas ayudan pero no son sustitutivas del conocimiento de fondo. Puedes mejorar tus resultados en torno a un 5% y, hasta aproximadamente un 10% en el mejor de los casos (no es moco de pavo pasar de un 70 a un 77), pero nunca nadie podrá aprobar usando técnicas de test sin conocer la materia.

Dicho esto, pasemos a los elementos más básicos:

En principio, da igual que arriesgues cuando no puedes descartar ninguna respuesta con seguridad.

¿Por qué es esto así? No es porque yo lo diga, es debido a las mismas bases de la convocatoria y a la estadística. Recuerda, el examen consta de preguntas con cuatro (4) respuestas alternativas y cada fallo te resta un tercio de acierto (3 fallos restan un acierto).

Opción A) Opción B) Opción C) Opción D)
Pierdes 1/3 Pierdes 1/3 Pierdes 1/3 Ganas 1

El acumulado de resultados es igual a 0: (1 – 0.33×3).

Eso significa que, suponiendo que en las ciento veinte (120) preguntas dudases entre las 4, de lanzarte a la piscina y arriesgarte, lo estadísticamente probable es que aciertes al azar un cuarto de las veces (hay 4 opciones, luego 1 de cada 4 veces) para un total de 30 aciertos, y que falles 90.

Esto supone restar (90/3) 30 aciertos y sumar 30. O sea, que, con una suerte media, te quedas como estabas.

Es estadística pura.

Es recomendable arriesgar en un test cuando puedes descartar alguna respuesta como incorrecta.

Lógica consecuencia de lo anterior, cada vez que descartas una respuesta como incorrecta, aumentan las probabilidades de que escogiendo entre las demás, aciertes.

La estadística de arriesgar al 50% es muy clara: De media, si arriesgas en 10, fallarás 5 y acertarás 5. El resultado estadístico es no restar ni dos puntos y sumar cinco. Claramente favorable al opositor.

Conozco a bastante gente que ha sacado menos nota de la que debía – o, incluso, no ha aprobado-, por no arriesgar en absoluto. Esto es, el examen está montado de tal forma que hay que responder siempre que para ti haya dos respuestas – e incluso tres- que sean igualmente probables. Lo cual en la práctica rara vez pasa, por los conocimientos que tenéis y por la aplicación de otras técnicas de test al caso concreto.

La competencia te obliga a obtener un resultado alto. Por tanto, te incentiva a arriesgar.

Si requieres obtener un 70 sobre 100 para pasar la nota de corte, tienes que, al menos, contestar a 70 preguntas correctamente. Es así de sencillo. Da igual que tengas un 100% de acierto entre las que has contestado, pues si sólo has contestado 69 preguntas, estarás por debajo de la nota de corte.

La nota de corte depende de la competencia. Si dicha competencia es relativamente alta, la nota de corte se eleva, lo cual te obliga a utilizar la lógica y la estadística para arriesgarte a alcanzar una nota muy alta. En estos niveles, tres o cuatro puntos, o quizá menos, puede ser la diferencia entre tu plaza y el suspenso.

Tenlo en cuenta, no compites contra la máxima nota de 20, sino contra la nota relativa de los demás opositores. Tu rival a batir es, como poco, el opositor que saque la mínima nota necesaria para pasar el test.

Eso significa que debes apuntar, no a contestar lo que sabes, sino a sacar más nota que el grueso de opositores. Y si calculas que eso es un 75 sobre 100, significa que, al menos, tienes que obtener 75 respuestas correctas. En la práctica, más, para compensar las erróneas, porque algún fallo tendrás.

Sesgos del examinador: Pistas y señales en el propio examen.

Una última cuestión estadística antes de pasar al siguiente tema: hay un 100% de probabilidades de que el examinador sea humano

Esto tiene como consecuencia que el examinador se vea afectado por diversos sesgos que pueden hacer que el examinador deje pistas en la pregunta que apunten hacia la respuesta correcta. Asimismo, puede dejar caer pistas intencionalmente o no.

Ejemplos clave son:

  1. Las respuestas con afirmaciones laxas:

Se trata de respuestas con una afirmación tan abierta que hace que sea más probable que sea verdad. Por tanto, son probablemente ciertas – ¡recuerda que puede que estés buscando la respuesta falsa o incorrecta antes de marcarlas!

  1. Afirmaciones taxativas:

Es la versión contraria de la anterior técnica. Cuando la expresión en la respuesta es del estilo «siempre» o «nunca», la afirmación es mucho más cerrada y es menos probable que sea cierta.

Ojo a expresiones igualmente taxativas como «Es» o «No puede ser», «debe». Lo más probable es que sean falsas.

  1. Afirmaciones radicalmente opuestas

Esta técnica de test se refiere a aquellos supuestos en que dos contestaciones son frontalmente contradictorias. Por ejemplo: una dice que en un supuesto puede suceder una cosa y la otra dice que nunca sucederá esa misma cosa.

Si dos respuestas se oponen hasta el punto en que si una es correcta, la otra incorrecta, sin necesidad de más conocimientos jurídicos sobre la cuestión, debemos arriesgarnos al 50% entre ambas opciones, ya que a ese porcentaje, el resultado medio será beneficioso.

  1. Las afirmaciones de similar literalidad:

Frecuentemente, son radicalmente opuestas, pero no siempre es así. En ocasiones, ambas afirmaciones serían teóricamente posibles a la vez. Aun así, frecuentemente la respuesta que buscamos es una de las dos.

Conclusión:

Con los anteriores criterios tienes en tus manos las claves más básicas de técnica de test. Espero que te ayuden en tu lucha por tu plaza de jurista de prisiones.

No obstante, si quieres conocer más técnicas de test, o te genera dudas alguna de las técnicas anteriores y quieres verlas en práctica, puedes acudir a mi blog, donde encontrarás la categoría de entradas técnica de test. En ella encontrarás ejemplos de aplicación de estas técnicas.

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